Sentí tocar fondo ese día que descubrí a que se dedicaba mi hijo, ese que yo había criado a peso de esfuerzo, al que le dí estudio, comida, techo y vestido empeñando mi alma. Sí, Estiven tiene diecinueve años, es un joven aparentemente normal, tiene amigos, novia, le gusta el fútbol, tiene una gran pasión por las motos y me tiene a mí, su mamá; a la que no le importa en que clase de persona la vida a convertido a su hijo, y eso se los diré más adelante, cuando era pequeño veía constantemente como su papá me maltrataba, abusaba brutalmente de mí, lastimosamente el creció odiándolo, lo que lo motivó a asesinarlo; su propio hijo organizó el atentado contra él, el mismo con sus manos y con gran satisfacción me lo confesó el día más triste de mi vida.
Soy madre y sé que lo que el hace no es correcto, el es un sicario, tristemente me doy cuenta hasta hoy cuando lo veo con mis propios ojos asesinar a un muchacho casi de su misma edad, que estaba en su casa escuchando música, vi cuando irrumpió en su habitación, y le dio tres tiros en la cabeza, escuche cuando la victima de mi hijo gritó: “mamá me van a matar”.
Su muerte fue instantánea, pero todo se complicó cuando la mamá de aquel desafortunado que cayó en las manos criminales de lo que yo más amaba, entró a la habitación y vio que su único hijo se encontraba tendido en el suelo bañado en sangre, la reacción de aquella desconsolada madre fue inmediata, se tiró a recoger a su hijo, pedía angustiada ¡auxilio! ¡Una ambulancia maldita sea, se me va morir!
Mi hijo andaba con otro igual o peor que él, este no lo pude identificar, sólo sé que él le propinó dos disparos a la mamá del muchacho afirmando que ella los había visto; salieron huyendo en una moto; yo por mí parte pude salvar la vida de mi patrona, llamé de inmediato a la policía; como siempre llegaron muy tarde, pasados diez minutos después del asesinato, para ese entonces mi patrona había sido trasladada al hospital por los vecinos del sector, los polochos[1] siguieron el mismo protocolo ordinario de siempre: indagaron que había pasado, sellaron el espacio donde ocurrió el atentado, veía a la gente tratando de entrar a la casa solo para ver y saciar el morbo que tenemos por la sangre, en ese momento me sentí tan impotente, me dieron ganas de cogerlos a todos y echarlos del lugar, menos mal la policía pudo impedir que esta tragedia se convirtiera en el chisme del barrio, pidió a la multitud prudencia respecto al caso.
El momento llegó, me tocaba a mí responder por lo que había ocurrido allí, sentí confusión y nerviosismo, creía que todos sabían el gran secreto, que el culpable de esta muerte; que para mí era injusta, era mi hijo, mi niño. Di la declaración y quedaron de llamarme por si ocurría algo.
Después de todo este episodio, me dirigí hacia mi casa, renuncie a los pocos días en mi trabajo, el cargo de conciencia no me dejaba tranquila, mi hijo no sabia que yo trabajaba allí, y que ese día que me dijo que iba a hacer una vuetica con un amigo yo me enteraría de su secretico.
No podía mirarlo a la cara, no sé cómo lograba conciliar el sueño, después de haber matado a alguien, acaso esta muerto por dentro que no le remordía su conciencia.
Desde ese día empecé a entender muchas cosas de su comportamiento, ahora entiendo de donde saca plata para comprar todo lo que le entra en gana, cómo pagó aquella costosa operación que me hicieron, porqué sus repentinas salidas en las noches, porqué su novia se preocupaba y lloraba cuando él se iba; ahora todo eso lo sé, y no encuentro que hacer.
Ahora siempre que salía me imaginaba que iba a hacer lo mismo que hizo aquel día, y no puedo evitar sentir un dolor inmenso e incontrolable en lo más dentro de mí, porque sé que debe tener muchos enemigos, y que cualquier día de estos lo van a matar frente a mí y sentiré lo mismo que sintió aquella mujer.
Para todo el mundo él será un asesino, él será la peor escoria, él será basura; pero para mí él, es la luz de mis ojos, es mi vida, es la razón por la que sigo aquí viva, él me salvó la vida.
Cada vez se están presentando más asesinatos en el municipio, y sé que mi hijo tiene que ver mucho con esto, el es culpable del dolor por el que pasan los familiares de aquellos que el les robó sus vidas, sus ilusiones, sus padres, sus hijos, sus, madres, en fin.
El día que yo temía llegó, aquella mañana mi hijo salió como siempre, me pidió la bendición, se despidió de mí con mucho cariño y me dijo: “mami, ahora más tarde vengo, ahí en la mesa te dejo una menuda para que hagas el almuerzo”
En compañía de uno de sus amigos, llegó una hora después, lo noté preocupado, ansioso y muy asustado; entró a su cuarto y empacó ropa, yo le pregunté que le había ocurrido y me respondió “mami, me tengo que ir, vienen por mí, me van a matar, no cumplí con un trabajito que tenía que hacer, pero yo no puedo matar a mi novia”.
-Yo le dije: ¿cómo así?
-El respondió: si mamá yo soy una porquería, he matado a muchos por plata y mi patrón me encargó que matara a la hija de uno de sus enemigos, pero cuando me enteré que era ella no pude hacerlo.
-Hijo yo lo sé todo, no hablemos de esto ahora, ¿para donde te vas? ¿Cuándo te voy a ver? Tantas preguntas le hice en este momento, mientras que su amigo lo esperaba y le decía “vamos, pirobo que ya nos están esperando allá afuera, después hablas con ella”
Salió llorando en su moto, segundos después oí varios disparos y un choque de una moto.
Ya sabía que había pasado, me lo habían matado, salí corriendo desesperada, en busca de él, y lo encontré tirado en el piso moribundo, lleno de sangre, él me miraba trataba de hablarme, me decía “mami perdóname por todo el dolor que te estoy causando, te juro que nunca quise convertirme en esto, pero todo inició con el asesinato de mi padre, desde ahí empecé a hacerlo porque creía que esto era fácil”
Aquí entendí el gran dolor de aquellas madres que les asesinan a sus hijos, lloré, grité desconsolada, pedía auxilio y nadie se movía por miedo a que los malditos sicarios que me lo dejaron aquí tendido en el piso como a un perro volvieran.
Su vida se desvanecía ante mis ojos y lo último que me dijo fue que me amaba y que lo perdonará. Así termina mi historia, mejor dicho la historia de los dos, ya yo no soy la misma, no le encuentro sentido a esta cochina vida, que no vale nada porque con cualquier peso matan, ahora me preparo para irlo a despedir a un lugar que nunca pensé ir por este motivo, definitivamente creí que el me iba a enterrar cuando yo muriera de vieja o de la enfermedad, que desgraciadamente con este trabajo sucio me curó; hubiese preferido morir sin saber en realidad a que dedicaba él.
Sentí tocar fondo ese día que descubrí a que se dedicaba mi hijo, ese que yo había criado a peso de esfuerzo, al que le dí estudio, comida, techo y vestido empeñando mi alma. Sí, Estiven tiene diecinueve años, es un joven aparentemente normal, tiene amigos, novia, le gusta el fútbol, tiene una gran pasión por las motos y me tiene a mí, su mamá; a la que no le importa en que clase de persona la vida a convertido a su hijo, y eso se los diré más adelante, cuando era pequeño veía constantemente como su papá me maltrataba, abusaba brutalmente de mí, lastimosamente el creció odiándolo, lo que lo motivó a asesinarlo; su propio hijo organizó el atentado contra el, él mismo con sus manos y con gran satisfacción me lo confesó el día más triste de mi vida.
Soy madre y sé que lo que el hace no es correcto, el es un sicario, tristemente me doy cuenta hasta hoy cuando lo veo con mis propios ojos asesinar a un muchacho casi de su misma edad, que estaba en su casa escuchando música, vi cuando irrumpió en su habitación, y le dio tres tiros en la cabeza, escuche cuando la victima de mi hijo gritó: “mamá me van a matar”.
Su muerte fue instantánea, pero todo se complicó cuando la mamá de aquel desafortunado que cayó en las manos criminales de lo que yo más amaba, entró a la habitación y vio que su único hijo se encontraba tendido en el suelo bañado en sangre, la reacción de aquella desconsolada madre fue inmediata, se tiró a recoger a su hijo, pedía angustiada ¡auxilio! ¡Una ambulancia maldita sea, se me va morir!
Mi hijo andaba con otro igual o peor que él, este no lo pude identificar, sólo sé que él le propinó dos disparos a la mamá del muchacho afirmando que ella los había visto; salieron huyendo en una moto; yo por mí parte pude salvar la vida de mi patrona, llamé de inmediato a la policía; como siempre llegaron muy tarde, pasados diez minutos después del asesinato, para ese entonces mi patrona había sido trasladada al hospital por los vecinos del sector, los polochos siguieron el mismo protocolo ordinario de siempre: indagaron que había pasado, sellaron el lugar donde ocurrió el atentado. Veía a la gente tratando de entrar a la casa solo para ver y saciar el morbo que tenemos por la sangre, en ese momento me sentí tan impotente, me dieron ganas de cogerlos a todos y echarlos de allí, menos mal la policía pudo impedir que esta tragedia se convirtiera en el chisme del barrio, pidió a la multitud prudencia respecto al caso.
El momento llegó, me tocaba a mí responder por lo que había ocurrido allí, sentí confusión y nerviosismo, creía que todos sabían el gran secreto, que el culpable de esta muerte; que para mí era injusta, era mi hijo, mi niño. Di la declaración y quedaron de llamarme por si ocurría algo.
Después de todo este episodio, me dirigí hacia mi casa, renuncie a los pocos días en mi trabajo, el cargo de conciencia no me dejaba tranquila, mi hijo no sabia que yo trabajaba donde él cometió y que ese día que me dijo que iba a hacer una vueltica con un amigo yo me enteraría de su secretico.
No podía mirarlo a la cara, no sé cómo lograba conciliar el sueño, después de haber matado a alguien, acaso esta muerto por dentro que no le remordía su conciencia.
Desde ese día empecé a entender muchas cosas de su comportamiento, ahora entiendo de donde saca plata para comprar todo lo que le entra en gana, cómo pagó aquella costosa operación que me hicieron, porque sus repentinas salidas en las noches, porque su novia se preocupaba y lloraba cuando él se iba; ahora todo eso lo sé, y no encuentro que hacer.
Ahora siempre que salía me imaginaba que iba a hacer lo mismo que hizo aquel día, y no puedo evitar sentir un dolor inmenso e incontrolable en lo más dentro de mí, porque sé que debe tener muchos enemigos, y que cualquier día de estos lo van a matar frente a mí y sentiré lo mismo que sintió aquella mujer.
Para todo el mundo él será un asesino, él será la peor escoria, él será basura; pero para mí él, es la luz de mis ojos, es mi vida, es la razón por la que sigo aquí viva, él me salvó la vida.
Cada vez se están presentando más asesinatos en el municipio, y sé que mi hijo tiene que ver mucho con esto, él es culpable del dolor por el que pasan los familiares de aquellos a quien les roba sus vidas, sus ilusiones, sus padres, sus hijos, sus madres, en fin.
El día que yo temía llegó, aquella mañana mi hijo salió como siempre, me pidió la bendición, se despidió de mí con mucho cariño y me dijo: “mami, ahora más tarde vengo, ahí en la mesa te dejo una menuda para que hagas el almuerzo”
En compañía de uno de sus amigos, llegó una hora después, lo noté preocupado, ansioso y muy asustado; entró a su cuarto y empacó ropa, yo le pregunté que le había ocurrido y me respondió “mami, me tengo que ir, vienen por mí, me van a matar, no cumplí con un trabajito que tenía que hacer, pero yo no puedo matar a mi novia”.
-Yo le dije: ¿cómo así?
-El respondió: si mamá yo soy una porquería, he matado a muchos por plata y mi patrón me encargó que matara a la hija de uno de sus enemigos, pero cuando me enteré que era ella no pude hacerlo.
-Hijo yo lo sé todo, no hablemos de esto ahora, ¿para dónde te vas? ¿Cuándo te voy a ver? Tantas preguntas le hice en este momento, mientras que su amigo lo esperaba y le decía “vamos, pirobo que ya nos están esperando allá afuera, después hablas con ella”
Salió llorando en su moto, segundos después oí varios disparos y un choque.
Ya sabía que había pasado, me lo habían matado, salí corriendo desesperada, en busca de él, y lo encontré tirado en el piso moribundo, lleno de sangre, él me miraba tratando de hablarme, me decía “mami perdóname por todo el dolor que te estoy causando, te juro que nunca quise convertirme en esto, pero todo inició con el asesinato de mi padre, desde ahí empecé a hacerlo porque creía que esto era fácil”
Aquí entendí el gran dolor de aquellas madres que les asesinan a sus hijos, lloré, grité desconsolada, pedía auxilio y nadie se movía por miedo a que los malditos sicarios que me lo dejaron aquí tendido en el piso como a un perro volvieran.
Su vida se desvanecía ante mis ojos y lo último que me dijo fue que me amaba y que lo perdonará. Así termina mi historia, mejor dicho la historia de los dos, ya yo no soy la misma, no le encuentro sentido a esta cochina vida, que no vale nada porque con cualquier peso matan, ahora me preparo para irlo a despedir a un lugar que nunca pensé ir por este motivo, definitivamente creí que él me iba a enterrar cuando yo muriera de vieja o de la enfermedad, que desgraciadamente con este trabajo sucio me curó; hubiese preferido morir sin saber en realidad a que dedicaba.
Forma coloquial de decir policía
[1] Forma coloquial de decir policía
No hay comentarios:
Publicar un comentario